Cuando me acerqué por primera vez a The Benefit of Doubt (2025)El beneficio de la duda— de Craig Groeschel, confieso que lo hice con cierto prejuicio. El autor, conocido ampliamente por sus enseñanzas sobre liderazgo y por ser una figura destacada en el mundo de las megas iglesias, me generaba ciertas reservas. Lo tenía en mente más como un “gurú motivacional cristiano” que como un pensador profundo sobre temas teológicos. Sin embargo, también reconozco que Groeschel ha demostrado una amplitud admirable en los temas que aborda. Su experiencia pastoral, más allá del escenario de la plataforma, se refleja en su capacidad para tocar distintos aspectos de la vida cristiana desde una perspectiva bíblica accesible, pero con profundidad. Y fue precisamente eso lo que me atrajo al ver el título de este libro: un texto centrado en la duda, una temática que usualmente se explora desde la filosofía o la apologética. ¿Qué podría decir un pastor contemporáneo sobre este asunto? Esa pregunta fue la que me impulsó a leerlo.

El libro me sorprendió gratamente. Aunque trata una temática que suele tener un enfoque más intelectual o académico, Groeschel la aborda con un tono eminentemente pastoral. No obstante, logra incluir en su reflexión dilemas teológicos y filosóficos de fondo. La duda no es presentada como un obstáculo a vencer o como un enemigo silencioso que amenaza la fe cristiana, sino como una experiencia humana legítima y, en muchos casos, necesaria. La propuesta del autor es clara: el cristiano y la duda pueden convivir. De hecho, es en la duda donde muchas veces se fortalece y madura la fe. La fe que ha pasado por la prueba del cuestionamiento no es más débil, sino más auténtica. Ese es uno de los grandes aciertos del libro: rescatar el valor de la duda como herramienta de crecimiento espiritual.

Uno de los capítulos que más me impactó fue aquel en el que Groeschel aborda el tema de la deconstrucción. En la actualidad, la palabra “deconstrucción” ha adquirido una carga negativa dentro de muchos sectores cristianos. Se asocia con apostasía, con abandono de la fe, con confusión o incluso con rebeldía. Especialmente entre quienes crecieron en entornos cristianos muy rígidos o legalistas, la deconstrucción se ha visto como un proceso destructivo, casi como un atentado contra lo sagrado. Pero Groeschel ofrece una visión alternativa, mucho más compasiva y realista. Según él, deconstruir la fe no es necesariamente destruirla, sino revisar lo que creemos, discernir qué elementos provienen verdaderamente de la Palabra de Dios y cuáles son añadidos culturales o tradiciones humanas. En este sentido, cita ejemplos bíblicos de personas que pasaron por procesos similares. El caso de Pedro es uno de ellos: un discípulo apasionado, pero inestable, que tuvo que replantear muchas de sus ideas y actitudes para poder seguir a Cristo con mayor profundidad. Incluso sugiere que el propio Jesús, al decir “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo…”, realiza una especie de deconstrucción de la enseñanza tradicional para llevar a sus oyentes a una comprensión más plena del Reino de Dios.

Lo que más valoro de este libro es su tono. No se presenta como una defensa apologética rigurosa ni como un tratado teológico, aunque no evade el peso de los temas que aborda. Al contrario, lo hace con una cercanía pastoral muy honesta. Groeschel escribe como quien ha acompañado personas en crisis, como quien ha dudado también, como quien ha orado sin respuesta y ha vivido el silencio de Dios. Es un libro que no responde a todo, pero que sabe qué preguntas acompañar. Por eso, lo recomendaría especialmente a aquellos cristianos que se sienten incómodos con sus propias dudas, que han crecido en contextos donde cuestionar era sinónimo de debilidad espiritual, o que atraviesan una etapa de replanteamiento sincero de su fe. También puede ser útil para líderes, pastores y consejeros que buscan un lenguaje compasivo para acompañar a otros en esos momentos.

En resumen, The Benefit of Doubt (2025) —El beneficio de la duda— no es un libro que pretenda resolver todas las incertidumbres del alma, pero sí es una guía sabia y sensible para transitar por ellas sin miedo, sabiendo que incluso la duda puede ser un camino hacia una fe más sólida, más reflexiva y, sobre todo, más real.

Diez frases que me gustaron del libro.

“La fe más fuerte no es la que nunca duda. Es la que crece a través de las dudas.”

“La duda no es enemiga de la fe sino una invitación a una fe más profunda.”

“Comprendí que la fe no es la ausencia de duda. La duda es una invitación a una fe más profunda.”

“Porque no se puede tener resurrección sin muerte. Y no se puede reconstruir la fe sin deconstruir las creencias.”

“La deconstrucción es un desmantelamiento, un derribo, pero para que sea saludable también es necesario que se produzca una reconstrucción.”

“El amor es una elección, el sufrimiento es una posibilidad.”

“Dios nunca prometió protegernos del dolor. Sin embargo, sí prometió su presencia en medio de nuestro dolor.”

“No tiene sentido que Dios nos dé lo que queremos si eso nos impide reconocer lo que realmente necesitamos: a Él.”

“Quizás Dios no lo explica todo porque las respuestas están más allá de nosotros.”

“Aunque quizás no tengas todas las respuestas, aún tienes a Dios.”